Magníficats a decenas – Cuarto recorrido (Primera parte), otra vuelta por Europa

La Visitación (Jakob y/o Hans Strüb, ca. 1505)

de la Rue (c.1460–1518)

Cantor y compositor franco-flamenco probablemente nacido en Tournai, en la actual Bélgica, Pierre de la Rue pasó muchos años al servicio de la Grande Chapelle de los Habsburgo en el curso de los cuales viajó y conoció la música de toda Europa, España incluida. Poco más se sabe de su vida, y tampoco la variada obra que compuso se atribuye siempre con seguridad, pues su más habitual estilo canónico la hace similar a la de Josquin, el referente de su generación. No hay duda, sin embargo, de que es suya una colección de siete Magníficats, uno en cada tono, la mayoría, como este del cuarto tono, para cuatro voces.

 

Mundy (c.1528–c.1591)

William Mundy (padre de John Mundy, también importante compositor) fue el principal corista de la Abadía de Westminster hasta que cambió la voz, pero seguiría dedicado a la música sacra hasta acabar como Caballero de la Chapel Royal. Entre la cuarentena de obras vocales que compuso se halla un rico Magnificat «in medio chori» para once voces.

 

Gabrieli (c.1556–1612)

Autor de una obra que es considerada como la culminación de la Escuela Veneciana y la transición del renacimiento al barroco, Giovanni Gabrieli supo explotar al máximo las posibilidades acústicas de la iglesia de San Marcos en la que sucedió como compositor principal a su tío Andrea, organista y compositor como él. En una segunda colección de «Sinfonías sacras» publicada póstumamente se hallan tres de los magníficats que compuso, para 12, 17 y, el que sigue ahora, para 14 voces,

 

Schütz (1585–1672) 

Heinrich Schütz es el compositor alemán más importante de los anteriores a J. S. Bach. Influido por Giovanni Gabrieli y Monteverdi, se le atribuye la introducción del estilo italiano en la música germánica. Han sobrevivido cuatro Magníficats suyos, uno en latín y tres ya en alemán, como este riquísimo SWV 494

 

Pachelbel (1653-1706)

A pesar de la inmensa y hoy excluyente popularidad de su «Canon», Johan Pachelbel, que nació y murió en Nuremberg  pero pasó también por Viena e Italia y  por otras ciudades alemanas, apenas compuso música de cámara. En su obra hay bastante música vocal, profana y sacra, con un Magníficat en el que se aprecia su predilección por la claridad melódica y la homofonía.

Pero  su mayor y muy copiosa producción, en la que destaca el Hexacordum Apollinis,  fue para los teclados, y sus Magnificats más importantes son instrumentales: Las casi un centenar de fugas que compuso en sus últimos años para ser tocados  antes de que se cantase el Magníficat y que consolidaron la gran popularidad que ya tenía su música.

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Las apariencias no engañan
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