Irène Némirovsky – Suite francesa (1)

¡Dios mío! ¿Qué me hace este país? Ya que me rechaza, considerémoslo fríamente, observémoslo mientras pierde el honor y la vida. (Del cuaderno de notas de Irène Némirovsky.)

Y eso es lo que hizo Irène Némirovsky mientras la dejaron: Observar y escribir dos de las cinco partes que tenía previstas de su «Guerra y Paz» en la Francia invadida de la segunda guerra mundial, una novela clásica en el sentido más noble de la palabra, de la que se puede estar hablando durante más horas de las que se invierten en leerla.

Después de los comentarios de la contraportada y las solapas del libro, poca cosa más que subrayar un par de virtudes de las muchas que tiene esta obra maestra: La primera, la espléndida descripción de los personajes que abarrotan especialmente su primera parte y que quedan perfectamente fijados en la memoria del lector desde su primera aparición. La segunda, la elegante inteligencia con que Irène Némirovsky elude su propio problema, describiendo sin juzgar y sin la menor acritud (ni la menor concesión aunque solidaria con aquel país prisionero que suspiraba de impaciencia calladamente y soñaba), las muchas sombras y pocas luces del mundo que la rodea, de los franceses que traicionan a sus compatriotas y de los alemanes que la van a asesinar, pero sin cargar las tintas contra estos últimos que, en lo individual y desde su cómoda posición de vencedores, salen bastante mejor parados que los vencidos. Lo cual le da una inmensa autoridad moral y nos hace sentir que su radiografía es, por lo menos, casi verdad, parte de la verdad, de la verdad de la condición humana que se descubre en circunstancias como esa:

Todos sabemos que el ser humano es complejo, múltiple, contradictorio, que está lleno de sorpresas, pero hace falta una época de guerra o de grandes transformaciones para verlo. Es el espectáculo más apasionante y el más terrible del mundo. El más terrible porque es el más auténtico. Nadie puede presumir de conocer el mar sin haberlo visto en la calma y en la tempestad. Sólo conoce a los hombres y a las mujeres quien los ha visto en una época como ésta. Sólo ése se conoce a sí mismo.

(…./…)

Felices o desgraciados, los acontecimientos extraordinarios no cambian el alma de un hombre, sino que la precisan, como un golpe de viento que se lleva las hojas muertas y deja al desnudo la forma de un árbol, sacan a la luz lo que permanecía en la oscuridad y empujan el espíritu en la dirección en la que seguirá creciendo.

Como tantos autores, Nemirovsky se apoyó en conceptos musicales. La primera parte, “Tempestad en Junio”, es como un Allegro, con las carreteras invadidas por un alud de parisinos de muy distinta condición, cuyas peripecias se entrecruzan en vivísimas escenas, algunas muy tiernas y otras esperpénticas (tanto como es a veces la realidad) que, salvando las muchas distancias, recuerdan en algunos momentos la “Mecánica nacional” de Luis Alcoriza. La segunda, “Dolce”, parece un tranquilo Adagio, en un pueblecito de Francia, con su condesa y sus burgueses y sus campesinos conviviendo con los alemanes (unos más conformados que otros, algún colaboracionista y algunos resistentes, algunos enamorados, todos expectantes), escrito en un tono muy relajado que contrasta con la primera parte y prepara para la tercera, “Cautividad”, que ya no escribió, pero que se anunciaba más dura.

Adagio: habría que encontrar todos esos términos musicales (presto, prestísimo, adagio, andante, con amore, etc.) Música: Adagio del opus 106, el inmenso poema de la soledad. La 20ª variación del tema de Diabelli, esa esfinge de negras cejas que contempla el abismo. El Benedictus de la Missa solemnes y las últimas escenas de Parsifal. (Del cuaderno de notas de Irène Némirovsky.)

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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5 respuestas a Irène Némirovsky – Suite francesa (1)

  1. angels dijo:

    En su dia la lei y me entusiasmó;tanto que !oh tonta de mi !le recomendé a mi hija Helena que se la regalara a su suegro junto con la «elegancia del erizo» que esta si que le gustó,e incluso pidió a la librería la versión en francés.Con lo cual me niego en redondo en aconsejar para este señor y señora,porque me hicieron lo mismo con un CD de 2 conciertos de Chopinparapiano y orquesta con Lang Lang,la Filarmónica de Viena y Zubin Mehta.Su comentario fué «definitivo » !!!!que no lo habían oido nunca!!!!.Su hijo Santi lo tomó como una ofensa personal,y un dia a las tantas de la noche lo dieron por la tele, y se quedó a ver y escuchar,y se quedó viendo visiones.A partir de entonces les regalan bombones o turrones (según la época del año)
    !Vivir para ver!! Adiós y muasssssssss

    • José Luis dijo:

      Me alegro de coincidir pero me sabe mal haber llegado tarde, porque es también una recomendación muy segura para cualquiera que quiera una novela clásica. El suegro de tu hija corre el peligro de volverse diabético 🙂

  2. Josep Olivé dijo:

    No conocía a Irène Némirovsky. Los fragmentos que muestras son pensamientos esplendidos. Como esplendida es la impresionante y sublime música citada como hilo conductor de la narración en adagio.

    Creo que tus dos ultimos post poseen (voluntaria o involuntariamente) una trascendencia que conecta (al menos a mi me hacen personalmente conectar) con una cierta inquietud o desasosiego social y político (el económico ya lo respiramos hace tiempo).

    Pero aunque sea para ir a dormir con un semblante mejor de lo que nos depara el día a día ruego me permitas (y disculpes) un comentario un tanto fívolo. Esta claro que Wieland Wagner (de quién creo és la producción de Parsifal del video) era del Barça, no? 🙂

    • José Luis dijo:

      Algunos esplendidos pensamientos, pero, sobre todo, una escritura estupenda, con una construcción de personajes extraordinaria. Muy clásica, pero una novela de las que no puede defraudar a nadie.

      Involuntariamente, pero desde luego, mejor o peor llevada, creo que estamos todos instalados en la inquietud. Ahora que pienso, anoche estuve montando, a partir de una frase de Virginia Woolf, una entrada titulada «envejecer», con que imagínate. 🙂 De modo que tu observación sobre los colores del productor es más que oportuna. Y me ha compensado de la dosis de inquietud que ayer nos añadió el Barça.

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