
La huida a Egipto (Gislebertus) (Catedral de San Lázaro, Auton) (c. 1125)
Por librarse de lo que teóricamente se recuerda hoy, La Sagrada Familia desanduvo el camino que siglos antes había recorrido Moisés, y huyó a Egipto. Su huida inspiró muchísimas pinturas, algunas realmente magníficas, y aun dejando para otra ocasión el gran subgrupo dedicado a la jornada de descanso que se tomaron en el viaje, es muy interesante la colección que se puede formar con estos cuadros, que, con la ocasional ayuda de evangelios apócrifos, parten todos de una misma y escueta frase del de San Mateo: «Y José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto».
La mayoría de las imágenes son ampliables. El paseo puede amenizarse escuchando los motetes y villancicos medievales que interpreta aquí el grupo Anonymous 4.
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Guido da Siena, c. 1270-1280. Sobre un panel de madera, formaba parte de un políptico, hoy desmembrado y repartido entre distintos museos. Curiosas formas geométricas en lo que parece una montaña y un acompañante llevando las riendas.
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Duccio di Buoninsegna, c. 1308-1311. También sobre un panel de madera, tenemos al mismo desconocido apócrifo llevando el burro, pero aquí el protagonista es José, a quien todos miran y está duplicado, como en un cómic, a la izquierda, escuchando en sueños la orden del ángel: «Coge al niño y a su madre y huye a Egipto». Además, hay arbolitos.
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Giotto di Bondone, 1304-1306. Una de las Escenas de la Vida de Cristo que el primer renacentista pintó en la Cappella de los Scrovegni de Padua. Desfilando por un angosto paso, sólo la Virgen es ajena a las conversaciones, rígida como una escultura, a juego con la montaña del fondo.
También es obra suya, de 1311-1320, este fresco de la Iglesia inferior de San Francisco de Asís. Los castillos sugieren un viaje de Herodes a Pilatos, que es lo que finalmente fue. Los ángeles también son a reacción.
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Melchior Broederlam, 1398. Otro panel, ahora el artista es flamenco. No está muy claro qué es lo que bebe este José tan terrenal, sin el halo de santidad de María y el niño, que se miran y parecen asustados. Atención al recipiente que recoge el agua de la montaña y a la estatuilla rota que se ve sobre un pedestal, arriba a la derecha, representando la caída de los ídolos paganos y el fin de la idolatría ocasionado por el paso de la familia, según había profetizado Isaías y cuenta algún evangelio no reconocido.
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Lorenzo Monaco, 1405-1410. Geométrica composición, también en un panel de madera, perfectamente adaptada a su original marco. Llama la atención la severidad del rostro de San José, y cómo, al volverse y quedar enfrentado a las dos mujeres que les acompañan, cierra el cuadro. Las palmeras son las que, también según textos apócrifos, se inclinaban para ofrecer sus frutos a los viajeros.
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Gentile da Fabriano, 1423. Es el centro de una «predela» (la parte inferior de un retablo), y el tamaño panorámico sirve para que aparezca un gran paisaje con castillos y una ciudad amurallada. Parece como si una de las dos mujeres, con un cubo, acompañase a la Sagrada Familia, y la otra, que esconde una fruta (y los árboles están cargados) estuviese informándose y entreteniéndola, cosa que a José no le hace mucha gracia.
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Maestro de Bedford, S. XV. De nuevo la caída de los ídolos en este detalle de la ilustración de un manuscrito. San José está muy locuaz, pero no queda muy claro su sentimiento.
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Sano di Pietro, c. 1445. También parte de una predela, también un gran paisaje, pero en esta volvemos a que sea un acompañante quien tire del burro; San José anima al rucio por detrás, observado entre cariñosa y burlonamente por María y el niño.
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Fra Angelico, c. 1450. Preciosa tabla del gran florentino, con pinos de la Toscana y un halo tridimensional para la Virgen. El sol en la espalda de José: iban hacia el Oeste, era por la mañana. Y el niño, tieso como un palo, como la figura de un altar.
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Blasco de Grañén y Martín de Soria, 1440-1476. Al retablo mayor de la iglesia de San Salvador de Ejea de los Caballeros pertenece este entretenido temple sobre tabla que hicieron entre tío y sobrino, con un pequeñísimo burrito extra y unas tropas que podrían perseguir a la familia.
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Cosimo Tura, 1474. De uno de los fundadores de la escuela de Ferrara, en una de cuyas iglesias se hallaba el políptico del que forma parte esta original y moderna pintura. El imposible equilibrio de la virgen sobre el caballo le da un aire cubista.
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Bernardino Butinone, c. 1485. Seguimos en el Renacimiento. Detalles de orfebrería y un ángel enano volando de rodillas.
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Sandro Botticelli, S. XV. San José luciendo muslo, el Niño Jesús de Botero y el animal a lo suyo.
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Autor desconocido, (c. 1470-1499). Icono bizantino, la gradación de verdes da una gran profundidad al paisaje. Naturalmente, leído por ahí.
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Albrecht Dürer, c. 1496. Una de las siete escenas de la vida de Cristo que rodean la Dolorosa en el Políptico de los siete dolores de Alberto Durero. De nuevo a José le toca quedarse sin aureola y conformarse disimulándolo con un gorro amarillo.
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Jörg Breu, el viejo, 1501. Un pintor de Ausburgo, tampoco éste santifica a José, quien, con los brazos en una posición forzadísima y la capa alborotada por el movimiento podría estar distrayendo al niño, un lenguadín sin cuello y casi sin cabeza. En segundo plano, la matanza de los inocentes, y al fondo, seguramente el Danubio.
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Joachim Patinir, 1515-1524. Este es uno de los cuadros por los que su amigo Durero llamó a este artista «der gute Landschaftmaler«, acuñando el neologismo que traducimos por paisajista, y una de las pruebas de que los temas principales no le interesaban demasiado.
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Vittore Carpaccio, c. 1515. Hasta el niño está preocupado, pero todo respira belleza en esta detallista tabla del autor de uno de los emblemas del Museo Thyssen-Bornemisza, el joven caballero de la armadura negra.
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Hans Baldung, 1516. Discípulo de Durero, el autor de Las tres edades y la muerte no siempre era tan macabro.
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Altobello Melone, 1517. Uno de los frescos de la catedral de Cremona con los que este artista continuaba el trabajo de Boccaccino. Algo tosco pero lleno de vigor dramático.
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Jörg Ratgeb, 1515-1521. Otra pintura mural, ahora de un flamenco revolucionario «nacido de consejos», que eso significa su apellido. El microniño llora, la virgen va sentada en una silla de madera, un San José con aspecto de Quijote carga con los instrumentos propios de su oficio, un pajarillo se la juega entre las pezuñas del jumento y en el bosque se vislumbran varios animales. Original y moderno.
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Joos van Cleve, c. 1520. María está embelesada con las caricias de su hijo y un San José tan viejo como dicen los apócrifos, ha de recordarle que están huyendo. A lo lejos, unas amenazadoras tropas aparecen entre monstruosas piedras. A la izquierda, en primer plano, otra estatuilla partida por la mitad.
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Wolf Huber, 1525-1530. Entre flamencos e italianos aparece un austríaco de la escuela del Danubio con este panel. Un distraído buey, el del portal, acompaña a la familia, y el grupo, sobre una plataforma rocosa, parece estatuario.
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Monogramista A.B., c. 1530. Inquietante representación firmada con el monograma A.B., similar al más famoso de Durero, perteneciente a un maestro de origen suabio.
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Herri met de Bles, S. XVI. Paisaje con la huida a Egipto, o «Y la familia, guiada por el mago Merlín, llegó flotando a Brigadoon».
Gillis Mostaert, S. XVI. Otro Paisaje, con los huidos pasando un puente en el mismo centro del cuadro pero desatendidos por los numerosos personajes que lo pueblan.
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Joachim Beuckelaer, S XVI. Y otro, en el que el puente es sustituido por una barcaza y la familia tampoco es la protagonista.
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Pieter Brueghel el Viejo, 1563. También aquí el paisaje va en el título, porque el tema bíblico es también secundario para este gran artista.
El Greco, c. 1570. El burro no se atreve pero El Greco sí. Es una de sus primeras obras.
Francesco Bassano el joven, 1568-1590. Según el relato evangélico, la fuga empezó de noche, y por los animales domésticos que siguen a la familia y la reticencia del perro, esta sería la escena de la partida.
Tintoretto, 1582-1587. La ramas de los árboles, a izquierda y derecha, repiten la misma curva de las ventanas que flanquean este gran oleo en la Scuola Grande de San Rocco de Venecia. Los fugitivos parecen estar escapándose también del cuadro, a punto de tomarse un descanso.
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Annibale Carracci, 1603. El momento es parecido, la sensación que transmite esta clásica composición es diametralmente opuesta.
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Domenichino, c.1605. Las pirámides del fondo se inspiran en las tumbas de Escipión y Cayo Cestio, y el edificio circular podría ser el Panteón de Roma o el mausoleo de Cecilia Metela, como en el anterior cuadro de Carracci, su maestro, en el que se inspira claramente. La familia se dispone a subir aquí al bote del que en aquella acababan de desembarcar.
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Adam Elsheimer, c. 1605. El precioso azul de las nubes, el delicado paisaje con figuritas y la familia en primer plano, tres franjas diagonales ocupando magistralmente el óvalo,
este importante pintor alemán es muy valorado por sus escenas nocturnas, como la de la siguiente Huida a Egipto, de 1609, con cuatro fuentes de luz, unos contrastes que hacen pensar en Caravaggio y un paisaje al servicio de la acción dramática.
Peter Paul Rubens, 1614. Una obra del gran maestro evidentemente inspirada en la de Elsheimer,
como lo sería el Descanso en la huida a Egipto de Rembrandt, quien atendió al punto de luz que omitió Rubens.
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Anónimo, S XVII. Icono ruso que incluye el aviso del ángel, a la derecha, y abajo, una escena más sugestiva de la matanza de los inocentes que de la caída de los falsos ídolos de que habla la wiki.
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Denis van Alsloot, c. 1616. Paisaje invernal en el bosque de Soignes, con la huida a Egipto. La familia son las diminutas figuras que se acercan por un camino del hayedo belga.
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Joos de Momper, 1600-1635. Un nuevo Paisaje invernal, los viajeros están dejando una ciudad atravesada por un rio helado sobre el que caminan los lugareños. El frío se palpa.
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Jan Brueghel el viejo y Hans Rottenhammer, S. XVII. Festiva huida, liderada por el niño en un cinematográfico bosque de cuento de gnomos y elfos, en el que un angelito hace palpable aquí el aire.
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Johann König, 1620-1630. Oleo sobre cobre, uno de los variados soportes que empleaba este pintor de Núremberg, también es característico el pequeño formato de este Paisaje (50 x 33 cm) y el mínimo espacio dedicado al tema principal.
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Giovanni Andrea Ansaldo, 1620-1630. Volvemos a Italia, Ansaldo no fue el primero en pintar a la Virgen vestida y llevando al niño como hacían las gitanas, pero sí en esta escena. Tampoco hay muchos cuadros con esta disposición, la pareja a pie, María como protagonista absoluta mirando al espectador, José en segundo plano y el burro apenas visible.
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Domenico Fetti, 1621-1623. Un tema muy original, los huidos mirando con curiosidad una pareja de amorcillos que está acariciándose al lado mismo del camino.
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Rembrandt van Rijn, 1627 – Otro nocturno, este atribuido al glorioso pintor holandés. Toda la familia brillantemente coronada, sólo el niño luminosa y santamente.
y un aguafuerte sin concesiones a la santidad, éste sin duda suyo, de 1633.
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Alessandro Turchi, S XVII. La escena que inaugura la partida, con el ángel dando indicaciones a San José
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Claude Lorrain, c. 1635. Otro paisajista, pero que no deja sin detalles a los protagonistas, con el niño llevando las riendas y San José vuelto hacia un hombre sentado en el camino, en un ambiente bucólico muy alejado de Herodes.
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Friedrich Brentel, 1638. Estampa de un miniaturista alemán, la familia es un calco coloreado del aguafuerte de Rembrandt.
Bartolomé Murillo, 1647-1650. Hasta el burro sale estupendamente en el retrato
Del mismo Murillo, c. 1665-1660, lo mejor es la ausente y auténtica y expresión del niño.
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Domenico Fiasella, 1650. El burro descansa en esta etapa, y la familia, de pie, compone una escena de gran naturalidad.
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Lucas van Uden, 1654. Paisaje con huida a Egipto, la huida hace mejores condiciones de lo habitual. Parece ser que las figuritas de los paisajes de este barroco flamenco eran a menudo copiadas de Rubens o añadidas por otros pintores como David Teniers, El joven. Aquí, las ovejitas del centro se confunden con árboles.
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Nicolas Poussin, 1657. Entre el museo del Louvre y el de Bellas Artes de Lyon lograron reunir la mayor cifra aportada nunca por un mecenazgo, adquiriendo en 2007 este cuadro del maestro del clasicismo francés por 17 millones de euros.
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Valerio Castello, 1659. Las palmeras se inclinan para ofrecer sus frutos y el ambiente es festivo.
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José Moreno, c. 1660. Otro español de los bastantes que trataron el tema, este es solo uno de los que sobre él pintó este artista de la escuela madrileña del barroco.
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Nöel Hallé, 1759. Saltamos casi un siglo, con un pintor que aburría Diderot. El cuadro no debió salvarse de sus sátiras.
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Jean-Baptiste-Marie Pierre, c.1760. Artista de éxito, también denostado por Diderot, que no podría acusarle de no intentar entretener en esta huida, con la familia saliendo de una barcaza compartida con un par de bueyes con la que han cruzado el rio, un pastor reconociendo y adorando al niño, y cabezas de angelitos voladores.
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Julius Schnorr von Carolsfeld, 1828. Retorno a la Edad Media de este romántico alemán adscrito al movimiento de los nazarenos, que «pretendían revivir la honradez y espiritualidad del arte cristiano medieval».
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Julius Maekel, 1852. Se sabe que el paisaje es del condado de Bentheim, en la Baja Sajonia, pero…. ¿dónde está el niño? 😉
Alexandre-Gabriel Decamps, c.1860. El primer pintor que conocía el terreno.
Carl Spitzweg, 1875-1879. Este romántico alemán pintó a los huidos atravesando un cinematográfico desfiladero.
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José Ferraz de Almeida Júnior, 1881. Contraluz espectacular de uno de los líderes del realismo en la pintura brasileña.
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William Holman Hunt, c. 1883. Este fundador de la hermandad Prerrafaelita, que despreciaba la pintura académica y buscaba inspiración en los artistas anteriores a Rafael, decidió acompañar a la familia con los espíritus de los inocentes asesinados por Herodes. Las burbujas son de las olas de la corriente que les lleva a la vida eterna. El cuadro se titula El triunfo de los inocentes.
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Edwin Long, 1883. En el Anno Domini de este inglés especializado en temas bíblicos, los ídolos no han caído cuando la familia llega a Egipto.
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John Singer Sargent, (1877-1879). Otra de las joyas de la colección, la impactante visión del viaje de este grandísimo pintor estadounidense.
Laurits Tuxen, 1889. Posiblemente un pueblo cerca de El Cairo. Ya sale la luna, pero el sol sigue cayendo sobre la comitiva.
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George Hitchcock, 1892. Con una paleta radicalmente distinta, en la reproducción no se aprecia muy bien lo que hace ese rezagado José. Y aunque apenas destaque entre los tonos del cuadro, María tiene aureola.
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Henry Ossawa Tanner, 1899. Este artista afroamericano se interesó mucho por el tema. En este cuadro tenemos dos monturas en vez de una. Al niño, se le supone oculto por la capa de la madre.
El edificio de este otro, de alrededor de 1908, es el antiguo Palacio de Justicia de Tanger
y también en este, de 1923, retrata a los fugitivos en un paisaje urbano.
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Josep Cusachs, 1904. En el monasterio de Montserrat puede verse esta obra del pintor catalán, típica estampa de misal de cuando todos íbamos a misa.
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Maurice Prendergast, (c. 1912-1915). La primera y única acuarela.
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Walter Richard Sickert, c. 1930. La última huida de la colección es sobre ruedas. Su autor fue uno de los postulados para el papel de Jack el destripador.
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Presidida por un capitel del amigo Gislebertus, cierran esta página de pinturas una graciosa talla en madera de roble
unos azulejos de Oporto
una vidriera de Notre-Dame
y uno de los cuadros centrados en la etapa de Descanso en la huida a Egipto que, si nadie lo remedia, aparecerán por aquí un año de estos. Hasta entonces, hay tiempo de disfrutar de las escenas de esta preciosa estampa y de intentar averiguar de qué está huyendo la señora que llega despavorida entre las mieses.
yo aún diría más y con música: grande bellezza del Caravaggio,
http://es.wikipedia.org/wiki/Descanso_en_la_huida_a_Egipto_(Caravaggio)
¿Te has quedado con ganas? Los del descanso para otro año; lo de la música no sé si lo entiendo.
las partituras de José
Sí; no sabía si querías hilo musical. 🙂
😆
qué bueno el Sargent.
Impresionante. Apareció buscando con qué ilustrar L’Enfance de Berlioz y fue el que me dio la idea de reunir una colección
Caram. Quin repertori has reunit!
kalamar t’ha afegit un cromo que faltava… Ara si arribes a fer un repertori d’escultura/capitells o mosaics de tessel·les tenim teca fins l’any que ve …
Vigila les innocentades!
No tenia ni idea de que hi haguessin tants bons, i encara quedan “otros tantos” (“altres tants?”) dedicats al “Descans a la fugida a Egipte” com el darrer d’aquest recull i el que ha afegit calamar. Quants bons pintors desconeguts…
Mira ,con lo que nos has puesto.Elijo en primer lugar a Bartolomé Murillo (nunca lo hubiera dicho) 1647-1650.El motivo es que no pinta a José como un viejo..2º Gentile da Fabiano 1423, porque está muy bien lo de los árboles frutales.; pero no sé que pintan las 2 mujeres que les siguen.3º Peter paul Rubens 1614,porque me gusta mucho y 5º al emblema que te pones en tu nombre,porque es el «borrico» más listo y simpático que conozco 😀 U.A.y adióoooooos
Murillo era apostólico y romano, y no haría mucho caso de los evangelios apócrifos en los que al parecer dicen que José tenía más de cien años, supongo que intentando hacer más creíble lo increíble.
De memoria, escojo Monaco, Fra Angelico, Sargent y Almeida. Y con lo que dices del quinto y los turrones, vuelta a empezar la dieta 🙂
!!!Y no es inocentada!!! que ya se me pasó la edad de estas chorradas. U.A.y adióooooos
Y yo que pensaba que te habías tomado unas mini-vacaciones… 🙂
No solo he disfrutado de las pinturas, sino también (y mucho) de los textos que las acompañan.
Sí que me las estoy tomando; esto lo hice antes de Navidad, muy poquito a poco, un rato cada día.
Los que no podemos hacer un largo comentario de un cuadro, hacemos uno breve de muchos. Me alegro de que te hayan gustado, pero, Maekel 1852, ¿Dónde esta Wally? 🙂
…creo que es precisamente lo que José y María se estan preguntando…se lo habran dejado en el pesebre…con las prisas… 🙂
No es nada mala la hipótesis. Home alone.
Maekel ,es el que se olvida del niño !!!será posible!!! En conclusión una colección para ir repasando y darte las gracias más sinceras 🙂 U.A.y adióoooos
Tengo una teoría respecto a dónde puede estar el niño… 😉
Jugant amb la Nintendo.
Com Deu. Dins de la motxilla del pare.
Hay una obra de Poussin que se llama DESCANSO DURANTE LA HUIDA A EGIPTO CON UN ELEFANTE
Quisiera saber si la tienen disponible
Buenas. Tener, lo que se dice tener, no la tengo, pero no me ha costado mucho encontrarla, creo que es esto.
Está en esta página:
http://www.renneslechateaumysterie.be/tombe_olifant_eng.php
Genial selección. Me ha encantado. Gracias!!!
Pues muchas gracias por hacérmelo saber. Es de cuando trabajaba; ahora estoy jubilado y no tengo tanto tiempo 😀