A las barricadas

Ningún hecho ha habido más épico en los últimos cien años que la resistencia de Inglaterra, sola, durante la Segunda Guerra Mundial. (…) [cuando] durante un tiempo que se le debió hacer eterno, aguantó en solitario y con escasa esperanza. (…)

La Inglaterra actual es para mí la Unión Europea. Por fortuna, el dramatismo de la situación no es comparable, y no hay guerra abierta. Pero, si las nuevas generaciones están ansiosas de tener su épica, no hay mejor causa que defender el único bastión de las libertades que queda en nuestro mundo, atacado por casi todos los flancos sin que nos demos mucha cuenta de ello. Es más, quienes deberíamos defender ese bastión a ultranza lo criticamos y nos quejamos de él a menudo. No es que no haya motivos. (…) Pero nuestra visión debería mejorar si nos paramos a pensar que es lo único digno de conservación que tenemos, y que además fue un extraordinario invento del que no son conscientes muchos jóvenes. Han nacido ya con ella, y encuentran natural recorrer Europa con un DNI y sin cambiar de moneda, poderse trasladar a casi cualquier país manteniendo sus derechos y sin verse tratados como inmigrantes ni intrusos. Y más natural aún les parece que en ese territorio no haya guerras ni enemigos, sino lo contrario, solidaridad y colaboración y amigos. Si esos jóvenes (o demasiados viejos desmemoriados e ingratos) se molestaran en repasar un manual de Historia, sabrían que lo propio de nuestro continente, desde el inicio de los tiempos hasta fecha tan reciente como 1945, fue que los países se mataran entre sí y se mostraran beligerantes. (…)

Algo tendrá de buena y envidiable esa Unión cuando, si se fijan, hoy la ataca o la quiere debilitar casi todo el mundo. Trump la detesta y la boicotea, Putin procura disgregarla y romperla valiéndose de lo que sea, los yihadistas del Daesh y otros grupos intentan destruirla (¿cuántos atentados padecidos ya en nuestras tierras, incluido el de Barcelona que el ensimismamiento soberanista olvidó tras sus breves aspavientos? ¿Cuántos muertos?). La Venezuela de Maduro abomina de ella, y en nuestro propio seno es combatida con virulencia por los retrógrados de cada país: los xenófobos británicos ya han logrado abandonarla, y por consiguiente torpedearla; en Francia, la racista Le Pen propone acabar con ella, como las extremas derechas holandesa, escandinava, alemana, austriaca y flamenca. También los grupos de la falsa y reaccionaria extrema izquierda la odian y desearían que desapareciera, y a toda esta gente se le han unido ahora los independentistas catalanes. Para uno de los más conspicuos, el comisario político Llach, los europeos son “cerdos”, y para Puigdemont “una vergüenza”. Y un par de naciones o tres forman ya una especie de quinta columna dentro de la propia Unión: Polonia, Hungría, Eslovaquia, que pretenden convertirse en semidictaduras sin separación de poderes y con prensa amordazada. (…) En la Unión Europea no hay pena de muerte, hay elecciones democráticas y libertad de expresión y de prensa, y asistencia sanitaria aceptable; los diferentes países no pueden hacer cuanto se les antoje sin ser amonestados (por mucho que los “pueblos” aprobaran referéndums para reestablecer la esclavitud, por ejemplo, eso no se consentiría). Con los Estados Unidos y Rusia convertidos en naciones autoritarias, por no hablar de la China, Turquía, las Filipinas, Egipto, Myanmar, Venezuela, Arabia Saudí y otros países musulmanes, y por supuesto Cuba, díganme si queda algún otro baluarte de las libertades a este lado del Atlántico. Cierto que no hay una figura con el carisma y la retórica de Churchill. Pero tanto da: para quienes anhelan su épica, aquí la tienen: la defensa de un puñado de democracias cabales contra el resto del globo, o casi.

Javier Marías. El último bastión. El Pais Semanal, 7 de Enero de 2018

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Las apariencias no engañan
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8 respuestas a A las barricadas

  1. Jesús dijo:

    Genial y lúcido este apunte de Javier Marías. Quiero apuntar otra ventaja para nosotros que ha omitido: nos defiende de nosotros mismos, nos protege de nuestro ancestral guerracivilismo, de cualquier intento de involución protagonizado por derechas e izquierdas cavérnicolas, del hastío que nos produce a los españoles que las cosas no se resuelvan a garrotazos y tengamos que funcionar civilizadamente. Con todos sus defectos: corrupción, burocracia, pesebre…(solucionables), la Unión Europea es lo mejor que nos ha podido pasar a los españoles.

    • José Luis dijo:

      Y como suele suceder con todo lo genial, claro y aparentemente obvio, como lo es tu añadido, que seguro rubricaría Marías, con el que -debe ser cosa de nuestra misma edad- me identifico plenamente muy a menudo. Pero esta vez me ha sorprendido su llamada al activismo, a la intolerancia con los intolerantes que quieren solucionar el mundo (el suyo, por lo general) y convertirlo en un paraíso de un plumazo, o mejor dicho, de una patada. Hay que reaccionar.

    • José Luis dijo:

      «El hastío que nos produce a los españoles que las cosas no se resuelvan a garrotazos y tengamos que funcionar civilizadamente» Tela.

    • Josep Olivé dijo:

      «Con todos sus defectos: corrupción, burocracia, pesebre…(solucionables), la Unión Europea es lo mejor que nos ha podido pasar a los españoles.» Así es.

  2. josep maria peris dijo:

    Si europa es maravillosa.A nadie le gustaria mas estar com Islandia, Norruega, Suiza, etc.

    • José Luis dijo:

      No sé muy bien por dónde vas. Supongo que podemos y debemos aprender mucho de esos paises, aunque, fríos aparte, no me hubiera gustado mucho nacer en ninguno de ellos, especialmente en Suiza, que, con poco fundamento, lo reconozco, me parece un modelo a evitar, dar lecciones con una mano y acoger capitales evadidos con la otra. Y que no pertenezcan plenamente a la Unión Europea tampoco creo que sea debido solo a razones muy honrosas. Por cierto, los tres tienen un índice de suicidios muy superior al nuestro.

  3. Josep Olivé dijo:

    Y el youtube que nos muestras nos demuestra que el status social, político, económico y cultural que actualmente se posee es el resultado de las revoluciones, inquietudes y motivaciones acaecidas hasta nuestros días. Y claro, claro que han habido períodos aciagos que mejor no recordar, pero curiosamente causados por quienes ven en el progreso y las libertades una amenaza a sus privilegios. Magnífico el artículo de Marías.

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