Pinturas con pipa de Jan Steen (y fin)

Cuidado con la abundancia

Cuidado con la abundancia

El violinista que pone música a esta caótica escena es su autor, Jan Steen (1626-1679), el que seguramente fue el pintor cómico más importante en el siglo XVII. El cuadro es representativo de sus mejores obras, pinturas cargadas de humor y de colorido, entre festivas y moralizantes, que a menudo se basan en proverbios o refranes populares. El costumbrismo de Steen no retrata la vida cotidiana sino que la teatraliza, recurriendo para ello a múltiples símbolos cuyo exacto significado no siempre se conoce hoy. En esta pintura, no hay duda, por ejemplo, de la cita bíblica del cerdo y las rosas, pero no está tan claro a que alude el pato a hombros o el mono jugando con el reloj. O si esa pipa del suelo, entera, puede ser un símbolo fálico, por forma y por paronimia de pipa, tubo. Como tampoco es muy claro cuánto hay de guiño y cuanto de reconvención en ésta y en tantas escenas suyas, quizás porque, cómo se ha dicho, “las pinturas de Steen eran como su forma de vida y su forma de vida era como sus pinturas” en las que, con toda intención, él aparecía muy frecuentemente burlándose y perdonándolo todo, a los demás y a sí mismo.

Aunque se pierda algún cuadro importante, seleccionando de su abundantísima y desigual obra los cuadros en los que encontramos pipas, queda una hermosa colección, como es normal al tratarse de un pintor de género que, además, hijo de cerveceros y regente de su propia taberna durante unos años, vivió entre bebedores y fumadores. Así, tenemos fumadores en los Jugadores de cartas en una taberna, con Steen de mirón, a la derecha,

Jugadores de cartas en una taberna

jugadores de tric-trac dando lecciones con la pipa y recibiendo una paliza,

fumadores observando pendencias

o metidos en otros negocios

que el propio Steen autorretratado observaba o protagonizaba

fumadores en tabernas, pero también en su anárquico y “disoluto” hogar; los holandeses todavía hoy dicen “La casa de Jan Steen” para referirse a familias caóticas.

También encontramos pipas en muchos de los famosos cuadros basados en proverbios de Steen, empezando por los alusivos al proverbio holandés, Como el viejo canta, el joven toca la flauta (o Lo que escuches es lo que cantarás), un clásico de la pintura holandesa del siglo XVII del que se vieron aquí tres de sus versiones, estas dos

y la también conocida como La familia del artista, un título que no puede implicar más en el delito al personaje que está haciendo fumar a un muchacho, el propio Steen. Esto es lo que está leyendo la abuela: “Como nosotros cantamos tu piarás / Esa es una ley que todo el mundo conoce / Yo guio, todos siguen mi ejemplo, / Desde los bebés hasta los centenarios.”

 Como el viejo canta, fuma el joven (c.1663-1665)

Hay un cuarto titulado Bautismo, de tono algo más severo y el único en que no aparece su autor, pero con el mismo asunto y también un personaje que sustituye el piar de la bebida por el del tabaco.

Bautismo (So de oude songen, so pypen de jongen)

Otro tema que había iniciado Brueghel y era muy popular en la época es el de las dos cocinas, La de la abundancia y la de la escasez, la grasa y la magra, que Steen trató repetidamente y con estilos distintos. En la grasa, el tabaco está ausente, que para qué.

Un tercer tema clásico, ya citado aquí a propósito de Teniers y que también repitió Steen, es el de la fiesta de la Noche de Reyes, en la que la habichuela no se escondía como ahora en un roscón sino en una torta, y el encontrarla no suponía pagar ésta sino convertirse en el rey de la fiesta, con derecho a corona de papel y a nombrar una corte en la que nunca faltaba un bufón, un tonto y un glotón, que tras ir cantando de procesión por la casa, seguían la juerga alrededor de una mesa y, gritando «El rey bebe”, debían empinar el codo cada vez que el rey lo hiciera. La noche de reyes era La duodécima noche después de Navidad y con ese nombre o como El rey bebe, o como La fiesta de la habichuela se conocen estos cuadros. En el primero, con cáscaras de huevos y un típico «gofre» (o «wafel») holandés en el suelo y una niña disponiéndose a saltar sobre tres velitas que representan a los reyes magos, vemos al pintor enarbolando un manojo de pipas para saludar al rey, que rodeado por la glotonería y la estupidez, está pisando un fuelle mientras bebe, símbolos de significado tan desconocido como el palo de golf del niño.

Fiesta de la duodecima noche - El rey bebe

En otros, alternado niños y adultos en el papel de rey y con otras variaciones (pero, para el que quiera entretenerse en buscarla, siempre con pipa), los personajes y objetos están incorporados a la escena de forma más natural, y es la realidad la que ya era un teatro.

Porque los cuadros de Steen son también y naturalmente una crónica de costumbres de su época, y con ellos asistimos a fiestas y bodas campesinas (encontrar la segunda de las dos pipas de la boda es un reto)

y una obra como la Fiesta de la Cámara de los retóricos en una puerta de la ciudad nos lleva a informarnos de la existencia en Flandes de tales sociedades, formadas por gentes del mismo oficio o del mismo barrio que desarrollaban actividades literarias o teatrales, aficionados al teatro que, de cuando en cuando, hacían una fiestecita.

Fiesta de la Cámara de los retóricos en una puerta de la ciudad

También podríamos deducir de sus pinturas que los loros enjaulados eran habituales en las posadas

y encontramos jaulas de mimbre dominando bailes al aire libre o en recintos cerrados,

o en este hogar en el que se está representando la vieja historia Pretendiente viejo – Doncella joven en presencia del divertido Steen de siempre.

Pretendiente viejo - Doncella joven (c.1665)

como también hay una jaula en el portal al que llega El pequeño limosnero, un cuadro que es una parodia de una procesión de Pentecostés, en la que Steen sustituyó la niña vestida de novia y coronada de flores que la encabezaba recogiendo limosnas, por un chiquillo con una flor de papel como corona.

El pequeño limosnero

Sin embargo, la jaula de mimbre era un símbolo de felicidad conyugal, y la del loro debía serlo de la otra, de modo que las conjeturas respecto a lo habitual de su presencia en la vida de los flamencos han de quedarse en eso, de igual modo que no pensamos que las teóricamente afrodisíacas ostras estuviesen por los suelos como se encuentran en estos cuadros ni que los campesinos hiciesen como esta Feliz pareja (sin pipa porque no era la ocasión) llevándose el pajarito a sus excursiones.

Alegre pareja

Se trata de símbolos que ayudan a interpretar los cuadros; así, hasta el conejito sabe que la pareja está santamente casada. Y así podemos intentar descifrar la siguiente Escena en una cocina rural con una criada poniendo el mantel, partiendo de que, si hay una jaula de mimbre, nos hallamos en un hogar feliz y debemos descartar cualquier intención crítica en el artista: La criada está preparando la mesa ante el que puede ser un visitante cuya mujer, a su espalda, está siendo también atendida, igual que su bebé, al que un crío se dispone a dar un poco de pan. Es probable que todo ello represente algún desconocido refrán o proverbio sobre la hospitalidad.

Una escena en una cocina rural con una criada poniendo el mantel (c.1665)

La intención moralizante es en cambio obvia en otros cuadros, como los alusivos a los efectos del vino, algunos de títulos más explícitos que el color de las medias si uno no ha sido avisado de que las rojas son de las prostitutas;

la mujer que ha caído derrotada y es mirada con cierto aire conmiserativo por El bebedor y fumador Steen las lleva verdes, y no lo es; se trata de su esposa, Margarete, hija del paisajista Jan van Goyen.

El bebedor (c.1660)

Siempre son mujeres las que duermen la mona, siempre son también fumadoras, el artista retrata lo que ve y lo que vive,

y merece la pena detenerse en cómo veía o vivió el pintor Una escuela para chicos y chicas en su país, con un profesor (con una pipa en el brasero a sus pies) concentrado en su manicura, y un niño, a la derecha, ofreciendo unas gafas a una lechuza, símbolo de la estupidez en la obra de Steen.

Una escuela para chicos y chicas

Nacido y enterrado en Leiden vivió sin embargo en otras ciudades, Bierkade, Delft (donde abrió su cervecería), Warmond y Haarlem, y en todas partes aprendió de los pintores del lugar. Los tres siguientes cuadros, no parecen desde luego ni suyos ni de un mismo autor; el primero podría atribuirse a van Ostade, que quizás fue maestro suyo, el segundo, con una idílica escena de descanso en un día de campo, es absolutamente inusual en él, y las estilizadas figuras del tercero parecen de pintores del siguiente siglo.

Tampoco son muy propias de él meriendas y comidas tan tranquilas como estas,

lo característico de Steen es el bullicio, la algarabía y la transgresión, la de esta Lección de baile, con sus facciones en un Niño enseñando a bailar a un gato mientras otro parece estar a punto de acabar de alegrarle la vida con una pipa

Niño enseñando a bailar a un gato (La lección de baile) (1660-1679)

o la de esta Juerga en la aldea, celebrando su independencia de los españoles si juzgamos por el quijotesco soldado que se apresta a partir con unos monjes en una barca presidida por una lechuza, un cuervo y una pipa enhiesta (la estupidez, la guerra y… ¿la pica en Flandes? 😀 ), fiesta que ha degenerado en una batalla campal que no inmuta al irónico Diógenes tonelero que nos mira sentado en primer plano en el suelo.

Una juerga en la aldea

Así era Steen, como el lascivo pero simpático personaje de la comedia del arte de este Alegre trío (y una pipa que ya quisiera, situada estratégicamente de un modo difícilmente casual)

El alegre trio

personaje que, ataviado de forma muy similar, se despide socarronamente de nosotros desde su Autorretrato con laúd (sin pipa)

Autorretrato

y sirve de excusa para despedir la serie con música del que la provocó, la melancólica Sarabande de la Suite para laúd en mi menor, BWV 996 de Bach

y la conocida Bourrée de esa misma suite, que ya había salido por aquí en esta misma interpretación de Andreas Martin en el pueblo de Sant Martí Vell del Girones.

Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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9 respuestas a Pinturas con pipa de Jan Steen (y fin)

  1. rexval dijo:

    Realmente precioso. estupendo trabajo. Parece una visita por un museo. Me vienen a la cabeza dos pensamientos:
    1-Mientras en Flandes pintaban estos cuadros tan humorísticos y llenos de vida, en otros lugares pintaban martirios de santos. Me quedo con el primero.
    2-De vez en cuando, les aguaban la fiesta a estos divertidos personajes unos señores con armaduras que iba a clavar su pica en Flandes. Aún no lo han olvidado los lugareños. Al duque de Alba no lo quieren ni en pintura. Prefieren la pipa, la música, la comida , el regocijo… de hecho, en esos risueños lugares la marihuana y otras drogas son tan legales como el tabaco en pipa de barro, y las «chicas a duro» también, solo que cobran algo más y te dan factura con IVA y todo.

    • José Luis dijo:

      Uan visita por un museo guiada por un turista. Te recomiendo que te pases por aquí, pero gracias

      Mi autoestima me obliga a replicar a tus edificantes pensamientos precisando que yo no estaba allí, y añadiendo un par de dichos muy conocidos: En todas partes cuecen habas, y No es oro todo lo que reluce 🙂

      • rexval dijo:

        Impresionante: Petrus Christus – “Retrato de un monje cartujo”. Parece tan real que da la impresión de que no solo te esté mirando, sino llamando la atención por haberte entretenido con los cuadros mundanos que nos has traído. Lo que está claro es que la pintura flamenca no tiene parangón. Yo diría que supera a la italiana renacentista. De hecho, existió un renacimiento flamenco que muchas veces ni se comenta ante el italiano.

        Un abrazo.

  2. extremanyo dijo:

    Todo lo que empieza acaba; y en este caso es una lástima. Ha sido verdaderamente instructivo el repaso de pipas y fumadores, alcahuetas y campesinos, la descripción pictórica de esa «joie de vivre» que raya en la inocencia del Paraíso. El comentario de «rexval» me parece muy acertado; todos preferiríamos ese epicureísmo frente a la estirada hipocresía de la España «protoimperial» de entonces.
    Una pena no haber incluído a Vermeer van Delft y su prodigioso tratamiento de la luz. Una pintura mucho más seria, con menos «pipas», que posiblemente refleje mejor el ambiente burgués de la época. Siempre nos quedará la posibilidad de una escapada a las tabernas sucias y alborotadas y mirar el color de las medias de las mozas. Gracias por este delicioso paseo por la pintura flamenca.

    • José Luis dijo:

      Gracias de nuevo a tí por acompañarlo, yo tengo agujetas pero el paseo no ha estado mal. Desde luego, entre una juerga y un martirio no hay mucha duda, pero me gusta hacer de abogado del diablo. Vermeer son palabras mayores, tanto para incluirlo a partir de las pipas, que tampoco sé si tiene muchas en su obra, como para el tipo de comentarios que yo puedo hacer; que ter Borch ya me venía grande. Y me vuelvo a mis zapatos, que suficiente tengo. 😉

  3. Vicicle dijo:

    A estas alturas debes tener la casa, por muy ancha que sea, llena de humo, no? 🙂 Magníficos reportajes, José Luis, jamás hubiera pensado que la pipa daba para tanto, pero reconozco que es mucho más interesante para un pintor que el puro o el cigarrillo. Te copio, aunque no sé si saldrá la imagen, la URL del famoso tándem ciclista de Ramón Casas con ciclista y pipa

  4. Pingback: Riqueza y malestar social, El ciudadano de Delft y su hija, Jan Steen, 1655 – El blog de Ila Basmati

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