Yo no. Para empezar, me despista Webern, el de la escuela vienesa, pero luego tampoco acabo de ubicarlo. Es el de El cazador furtivo, lo que tampoco me ayuda mucho a precisar. Y si escucho una joya como la obertura de Oberón
pienso que ha de situarse entre Mendelssohn y la no tan extraña pareja Verdi/Wagner, cuando en realidad Weber vendría a ser como un hijo de Mozart y Haydn apadrinado por Beethoven. Dicen que Oberón no se representa por las complicadas exigencias de su libreto, pero los fragmentos disponibles, se supone que lo mejor, tampoco animan a afrontar la ópera entera, que está en Youtube. Hoy me suenan a Beckmesser y a cartón. Mejor repetir un trocito de esa arrebatadora obertura.
Y a ver si nos acordamos: Familia política de Mozart (primo de Constanza), tenía cinco años cuando él murió. Su padre quiso que le emulara, haciendo de él un niño prodigio, y fue discípulo de Michael Haydn, el hermano menor de Joseph. Mucho era pretender compararse con Mozart, pero lo cierto es que Weber podría alardear de ser el creador de la escuela romántica de ópera alemana. También es el autor de la manidísma Invitacion a la danza que Berlioz orquestó y de bastantes cosas mas, aunque ninguna tan brillante como esa preciosa obertura de Oberón y la de El cazador furtivo
que también merece ser escuchada en su totalidad, especialmente cuando se dispone de uno de las escasos videos con Carlos Kleiber dirigiendo. Obsérvese como tambien esta empieza muy calladamente y con pronta e importante intervención de las trompas.
De «Oberón» solo conozco su bellísima obertura. En cambio sí puedo decir que «El cazador furtivo» es una preciosa ópera, una especie de cuento legendario de desarrollo muy intrigante y casi surrealista donde no faltan escenas siniestras y cierta dosis de crueldad. Todo un poti-poti de lo más romántico y como tal considerada como la gran primera ópera romántica del nacionalismo alemán. Me gustan sus dos brevísimos conciertos para piano, que no se por qué no suenan de vez en cuando en las salas de concierto; no aportan nada nuevo pero tampoco es que para mi sea una cualidad imprescindible para disfrutarlos. Su maravillosa «Invitación a la danza» es una obra para piano a cuatro manos, que ya de por sí hay que tenerla muy en cuenta, más aún cuando unos cuantos genios se confabularon en ofrecer, para los anales de la historia del ballet, este maravilloso «Espectro de la rosa»: La alineación produce vértigo: Weber partitura original, Berlioz orquestación, Gautier creador del cuento-poema, Vaudoyer «libretista, Diàghilev el productor de la compañía de danza, Fokin el escenógrafo y con Nijinsky y Karsavina en escena del teatro de ópera de Montecarlo en 1911. Este coctel solo podía resultar en algo tan bello como esto (aquí no son la pareja Nijinsky/Karsavina pero sus sustitutos verás que no desmerecen nada de nada).
Espectacular. Pero, quizás sea por lo mucho que se ha escuchado acompañando cursiladas varias, que le tengo cierta mania a esa Invitación a la danza. Y tampoco El cazador me gustó demasiado cuando la ví en el Liceo, aunque tampoco puedo opinar mucho por una sola interpretación, que recuerdo como bastante mala.
Con los montajes muy vanguardistas, a menudo indescifrables y que solo el director de escena sabe de que va su rollete, debe evitarse ver óperas que no se conocen, porque el desconcierto es mayúsculo y provoca hartazgo; hasta de la música uno desconecta. Lo que hubiera podido ser el descubrimiento de una muy buena ópera se transforma en una sesión tediosa y difícil de digerir. Y eso pasó con el «Cazador furtivo» del Liceu del 2011. El regista fue, ni más ni menos, que Peter Konwitschny, capaz de lo mejor y de lo peor. Esta vez fue de lo peor. Si además el libreto ya es de por sí confuso y que el cuento que se representa esta lleno de simbolismo con gotitas de surrealismo puro entonces el pastiche esta servido. Si te digo que Konwitschny es el que montó Lohengrin en un colegio de primaria pues ya te habrás situado perfectamente. Solo si se conoce perfectamente la obra puedes llegar a tragarte su montaje y encontrarle algún sentido.
Habría que pedirles daños y perjuicios.
Hace un par de años que sigo los comentarios de esta anchísima casa que me agradan bastante, especialmente los musicales, de Monteverdi al jazz o el pop pasando por Bach etc
Me atrevo hoy a comentar por primera vez , esperando no molestar.
Sobre los directores de escena diré que se les podría aplicar muchas veces, demasiadas tristemente, aquel comentario que leí, creo que de Raimon Obiols sobre los arquitectos, que decía, si no recuerdo mail, que él estaba en contra de la pena de muerte para cualquier persona o situación…excepto para los arquitectos…
Justo ayer por la tarde, pasmado ante uno de los estúpidos desaguisados que destrozan casi todos los paseos y rincones de esta y de tantas ciudades de España, repetí en voz alta ese mismo comentario que citas. Yo no lo leí sino que lo escuché por la radio, creo que en una tertulia, hará por lo menos 30 años. El periodista, después de una larguísima y apasionada introducción en contra de la pena de muerte, acabó haciendo esa excepción: los arquitectos. El hombre volvía de pasar unas vacaciones en su pueblo, donde un iluminado de esos había dejado un destrozo para la posteridad, que ese es el problema: delitos hay muchos, pero con un efecto tan prolongado no tantos. Más o menos como los directores de escena responsables del mal recuerdo o hasta el rechazo permanente a las obras de arte que otros han creado.
Por la noche, cuando contesté a Josep Olivé desde el móvil con lo de pedir daños y perjuicios estaba pensando en eso y si hubiese estado en el ordenador en vez de esa breve consecuencia habría contado lo mismo que tú has hecho media hora después. De modo que, por lo que a mí respecta, no puedes haber sido más oportuno. Y muchas gracias por seguir buscando algo interesante o entretenido por aquí, y por decirlo.