300 favoritas (21) – Ocho o nueve de piano solo, excluidos los de sólo piano

12 Sonata para Piano No. 14 “Claro de luna” Ludwig van Beethoven
51 Suite bergamasca (incluye el Claro de Luna) Claude Debussy
69 Para Elisa (Bagatelle No. 25) Ludwig van Beethoven
80 Sonata para Piano No. 8 “Patética” Ludwig van Beethoven
107 Variaciones Goldberg BWV 988 Johann Sebastian Bach
197 Piezas líricas (incluye Día de boda en Troldhaugen ) Edvard Grieg
256 Arabesque No. 1 Claude Debussy
274 Preludios, Libro 1 (incluye La Niña de los Cabellos de Lino y La Catedral Sumergida) Claude Debussy
289 Impromptus Op. 90 Franz Schubert

Piano solo, que podría ser “sólo” porque, gracias a que algunos académicos están por sacrificar la claridad a la facilidad, ni siquiera el contexto permite saber si se habla de piano solista o si es que esas ocho o nueve parecen pocas. Ocho o nueve, porque incluir las Variaciones Goldberg puede ser impugnado por razones evidentes. Y excluidas las de Chopin, Liszt, Satie y Einaudi  porque son o se conocen fundamentalmente como compositores pianísticos y merecen un capítulo aparte como el que ya han tenido Satie y Einaudi. Así las cosas, las preferencias de los oyentes de CLASSICfM se decantan claramente por Beethoven (que sería el vencedor absoluto de la categoría aún incluyendo a Chopin, cuya primera pieza para piano sólo,  el Nocturno en Mi bemol mayor Op.9 No.2  está en el puesto  76), con dos sonatas de su período clásico, la Claro de luna y la Patética, y entre ambas, la archiconocida Para Elisa.  La Claro de luna, nada menos que en el lugar número 12, pero ganadora por partida doble, pues el segundo lugar es para el Claro de luna de Debussy; el piano siempre se ha llevado muy bien con la luna. El impresionista francés también empata en cantidad con Beethoven colocando dos obras más, aunque al final de la lista, la Arabesque y el Primer libro de Los preludios, con cita específica a La Niña de los Cabellos de Lino y La Catedral Sumergida, tan de moda desde que la «New Age» las acogiera en su seno.

El susto es no encontrar nada de Schubert hasta que, a punto de quedar fuera de los 300, aparecen los Impromptus Op. 90. Y la sorpresa, en una relación en la que pueden echarse de menos tantas cosas (como todos los barrocos que podrían haber entrado igual que Bach, o como los españoles o Shostakovich) es el muy buen lugar que ocupan las Piezas líricas de Grieg, encabezadas por Día de boda en Troldhaugen.

197 Piezas líricas (incluye Día de boda en Troldhaugen ) Edvard Grieg

Cuando se hace la selección para el Salón de la Fama de Classic FM de cada año, siempre sumamos a la obra mayor los votos de secciones particulares que pertenecen a ella. Así, optar por un aria aislada supone que su voto cuenta para la ópera completa, y si elige una miniatura de piano que forma parte de un conjunto más grande, su voto se incorpora en ese conjunto. En el caso de las Piezas Líricas de Grieg, si bien es cierto que recibimos votos para varias composiciones diferentes de la colección, el éxito del conjunto se debe a una melodía en particular: ‘Día de boda en Troldhaugen‘. Es la sexta entrada del Libro 8 de las Piezas Líricas de Grieg, y fue escrita para conmemorar las bodas de plata del propio compositor. Troldhaugen era el nombre de la villa de verano de Grieg, construida a las afueras de Bergen en 1885, y es evidente que esta melodía en particular estaba llena de significado para él.

Es curioso que los comentaristas de CLASSICfM se hayan detenido, precisamente aquí, a explicar que una obra puede aparecer muy bien valorada gracias al éxito de una de sus partes, como si quisieran justificar esa sorprendentemente alta valoración de las Piezas Líricas de Grieg. La que habría tirado del carro, ese Día de boda en Troldhaugen, mitad festiva, mitad reflexiva y más propia del aniversario que del día de la boda del título, es inusualmente larga y poco representativa de una colección en que la media no pasa de los dos minutos. Ese es, en cambio, el caso de la preferida del autor (y de más de un aficionado amigo de la melancolía), la pequeña y mucho más propiamente lírica Arietta  que abre esa recopilación de 66 miniaturas pianísticas compuestas por Grieg  a lo largo de su vida.

Las “improvisaciones” con que se ha salvado el honor pianístico de Schubert son las cuatro que forman su op.90 (D.899), cualquiera de las cuales merece un lugar entre las principales obras para piano solo.

289 Impromptus Op. 90 Franz Schubert

Justo después de escribir Fly Me to the Moon, Schubert compuso su Impromptu No. 3. Una absoluta sandez, por supuesto. Aunque si se escuchan  los acordes del Impromptu No. 2 de Schubert, puede observarse que siguen la misma progresión, sin duda, bastante común, que los de la popular canción de los años 50. Ambos formaban parte de un conjunto de cuatro Impromptus escritos por Schubert apenas un año antes de su muerte.

Absoluta sandez, pero una broma muy propia de los aficionados a encontrar parecidos. También podría añadir el comentarista que la No.3  parece una combinación del Adagio de la Patética de Beethoven con un nocturno de Chopin, pero estaría robando la idea de un colega de allmusic.com

Ocho fueron los Impromptus que compuso Schubert al final de su vida, aunque fueron publicados en dos series separadas, la segunda póstumamente. Siguiendo con parecidos, se dice que en estas obras,  Schubert se inspiró en los Impromptus, op. 7 de su amigo Vorisek, seis piezas que en total duran unos 30 minutos y que fueron las primeras en recibir el título de “Improvisaciones”, título que quizás por eso se volvió a aplicar para las de Schubert a pesar de lo inapropiado que resulta, tanto por longitud como, sobre todo, por el grado de elaboración y consistencia de esas piezas. Pero como, en cualquier caso, no hay mejores ni peores entre los ocho, aquí tenemos la colección completa en un par de impagables videos de Alfred Brendel.

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Las apariencias no engañan
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3 respuestas a 300 favoritas (21) – Ocho o nueve de piano solo, excluidos los de sólo piano

  1. josepoliv dijo:

    Muy a pesar de su posición en el ranking, hay que celebrar la aparición de los Impromptus de Schubert en la lista, por ser verdaderas joyas pianísticas que contienen toda el alma expresiva de esta delicia de compositor. El estilo cantabile y el temperamento del «sturm und drang» resplandece en toda su obra pianística. Aún así, siempre he creído que su pieza pianística más popular es esta:

    Ninguna sorpresa con las dos sonatas de Beethoven que aparecen tan arriba. Pero es que ninguna sorpresa. Y no digamos su «Para Elisa». Si Schubert tiene alma cantabile en Beethoven todo es variación, modulación y contraste. Schubert se expresa en términos vocales, Beethoven en términos instrumentales. En Beethoven se revela el sueño supreso del artista: novedad, audacia, transgresión, ímpetu, lirismo, reconocimiento académico y reconocimiento popular. Estas dos sonatas, «Claro de luna» y «Patética» tienen todo eso y más. Las conocen y veneran musicólogos, académicos, intérpretes, estudiantes y son además inmensamente populares. Todo ello desde el minuto uno y sin decaer su valoración ni una pizca a lo largo del tiempo. Me pregunto qué más puede pedir un artista ante lo que ha parido!

    Más que justa la presencia Debussy con esas excelsas partituras. Cierta sorpresa con la aparición de Grieg y no tanto con las Goldberg de Bach, que debo creer que es debido a su maravillosa arietta.

    Y como nada hay de perfecto en la vida, echo mucho de menos a Schumann y también Scarlatti (si en lugar de ir a la corte de Felipe V hubiera ido a la de Jorge II seguro aparecería en la lista, vamos, menudos los ingleses con apropiarse de celebridades de fuera las islas, con o sin brexit!).

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