Condenado

Se puede acercar al País Vasco a los presos de ETA, se les puede sacar de prisión a pesar de las condenas existentes. Se puede indultar a imputados y condenados por sublevación, se puede hasta eliminar el concepto de sublevación de nuestras leyes penales y también intentar reducir a conveniencia de los implicados el delito de malversación. Se puede sacar de la cárcel a acosadores, violadores y asesinos… pero Plácido no es “salvable”. No se le debe contratar. No, a él no, aunque no se encuentre condenado, ni juzgado, ni siquiera imputado porque en sus eventuales actuaciones no hubo delito. No, él no, porque es un artista universal, porque es mucho más grande que esa minoritaria ralea de amargados que desean imponernos su ideología y hacernos comulgar con ruedas de molino a la mayoría…

Me entristece enormemente pensar en cómo se sentirá Plácido tras este “Salvados” y también su familia. Pudo haber actuaciones discutibles mas no hay derecho al trato que está recibiendo. Pero, claro, tenemos otro ejemplo aún más notorio de otro “insalvable” al que, según hemos leído esta semana, no se le piensa organizar un funeral de Estado si fallece. Él, sin tampoco juicio, está condenado por algunos hasta más allá de la muerte. Habrá cometido errores -por cierto, respaldados de una u otra forma por toda la clase política de una época, como lo de Plácido, que ahora se dice que era un secreto a voces- pero ¿acaso no le debemos gratitud por todos sus aciertos, como se la debemos a Plácido por cuanto arte nos ha regalado? 

Gonzalo Alonso. Lo que debemos a Plácido Domingo. La Razón, 17/01/23

 

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Acerca de José Luis

Las apariencias no engañan
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2 respuestas a Condenado

  1. josepoliv dijo:

    Justicia popular. Mucho más rápida, donde va a parar. Todo como muy expeditivo. Y sin juicios, sin jueces machistas y fachas. Primero se señala, a continuación se condena, y acto seguido aparece el sobado periodista mediático de turno para que ejecute la sentencia. Todo muy sumarísimo y con arreglo a la moral imperante.

    • José Luis dijo:

      En la Revolución Francesa, el olfato de los jefes era una prueba concluyente. Si les olías mal, al tajo; lo natural para los poseedores de la verdad absoluta. Yo creo que tienen nostalgia de Dios.

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