
Barcos encallando en una tormenta (Ludolf Backhuysen, ca. 1690)
Si todos los accidentes meteorológicos han sido representados musicalmente, aún sin incluir el subgrupo de las tempestades marinas, las tormentas se llevan la palma por razones obvias. No es difícil recordar a bote pronto media docenita de obras en las que se escuchan tormentas: La «Pastoral» de Beethoven, la «Alpina» de Strauss, Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, la Obertura de Guillermo Tell de Rossini, y… ¿y? Pues cuesta llegar a seis, pero hurgando un poco, aparecen muchísimas tormentas musicales más, tantas, que aún prescindiendo de las tan poco conocidas que ni se pueden escuchar en la red (lo cual es hoy casi equivalente a la inexistencia absoluta), se acercan al centenar. Y dan para un montón de capítulos.
1. Locke: La Tempestad (1667)
Desde su estreno en 1611 hasta nuestros días, La tempestad de Shakespeare ha inspirado docenas de obras musicales, en la mayoría de las cuales se escucha la tormenta con que se inicia la pieza, aunque no en todas, porque la verdadera tempestad de Shakespeare es la social. Abunda naturalmente la música incidental, conservándose canciones que acompañaban las primeras representaciones teatrales (atribuidas a Robert Johnson), seguramente en vida del propio Shakespeare. Pero la primera en el que hay un intento de recrear la tormenta es la de Mathew Locke, en cuya Curtain Tune, la música que se escucha antes de alzarse el telón, alternan una premonitoria calma y un pasaje de gran agitación.
2. Purcell: Dido y Eneas (ca. 1687)
Un ejemplo de las primeras onomatopeyas realistas de los truenos, se escucha ocasionalmente al finalizar la escena en la cueva de las brujas, cuando estás desparecen entre rayos y truenos: Ocasional y variablemente, porque cada director reconstruye el final de la Echo dance of the Furies a su gusto.
3. Purcell: La Tempestad (1695)
Entre más de 45 operas y semióperas a propósito del texto de Shakespeare, la primera sería la de Purcell, aunque su autoría parece limitarse a algún escaso número y en todo caso, parte de trabajos anteriores, de John Dryden y William Davenant. Por otro lado, y de nuevo, la tormenta musical se queda en una música bastante apropiada pero muy inespecífica, acompañada por los ruidos de planchas metálicas y artefactos como la máquina de viento que ameniza en algunas versiones la Danza de los vientos.
4. Marais: Alcione (1706)
La escena más famosa de la Alcione de Marin Marais es precisamente la de la tormenta que sueña su protagonista en el acto IV. Y en esa Tempest, además de la parafernalia habitual, unos aceleradísimos violines dibujan magníficamente sobre un fondo de amenazadoras cuerdas graves, la violencia y tensión del momento. Quizás la primera auténtica tempestad musical.
® Hace diez años: Ópera para las tormentas
La de Marais es espectacular. Buenísima! En la de Purcell si no fuera por la máquina de viento y la plancha vibradora la música no denotaría tormenta alguna. En cambio con Dido y Eneas si que se produce desgarro musical consecuente con lo que se avecina. Y la de Locke, sin ayuda de efectos especiales. esta muy lograda. El parte metereológico anuncia mar enarbolada y viento huracanado para los días previstos para esta nueva magnífica serie. Estaré al tanto.
Esto de partir de las cosas de hace diez años da muchas ideas. Y excusas para ir buscando y escuchando cosas nuevas. A ver que tal sale esta serie.