Nilsson y el caballo

Partiendo como tantas veces de la imaginación ajena, la página con que maac nos descubrió una simpática pieza que Gabriel Fauré y André Messager compusieron a partir de la música de Wagner, me llevó hasta un video muy gracioso rodado durante la grabación de  El Ocaso de los Dioses que dirigió George Solti para Decca, con Birgit Nilsson y un caballo como protagonistas.

Seguramente conocida por muchos, se trata de una broma que la gente de Decca le gastó a Nilsson cuando ella, con sus palabras, “con gran entrega, le cantaba a Grane, el fiel corcel que me llevaría a las ardientes llamas que luego consumirían el Walhalla”. Aunque el momento de humor, que es doble, se produce más adelante,  el video está preparado para iniciarse con la escena de la ópera, porque también merece la pena ver a Solti y oír a la grandísima soprano sueca. Y sólo estaban probando el balance para la grabación.

Los gestos de Nilsson lamentándose por un fallo son ya un poema (un comentarista de YouTube explica que en sus labios se lee «Helvete!», Infierno! o Demonios! que diríamos aquí si no dijeramos otra cosa) y justo entonces “hizo su entrada un caballo lleno de vida, ¡caminando tranquilamente por el escenario! No se dejó impresionar ni por los fortissimo míos ni los de la orquesta, ni tampoco por el derrumbamiento del Walhalla”. Ni ella por la aparición de su partenaire a quien tras el Grane, mein Roß! Sei mir gegrüßt! ¡Grane caballo mío, a ti te saludo! siguió dirigiéndose según estaba previsto: Weißt du auch, mein Freund, Sabes, amigo mio…

En el mismo capítulo «Grabaciones discográficas» del libro La Nilsson del que están tomadas estas frases, la cantante explica:  «A veces podía ocurrir que los «Decca Boy’s» me sorprendían con alguna broma, como por ejemplo durante la última jornada de grabación de «Salome». Justo cuando había cantado el último tono (cuando Salome ha besado la cabeza decapitada de Juan Bautista), apareció ante mis ojos una gran cabeza en un plato. Casi caigo desplomada del susto. La «sangrienta y asquerosa» cabeza, cubierta con mazapán verde resultó ser un espléndido pastel, el cual luego fue devorado con mucho gusto por la orquesta, solistas y el equipo de grabación, como si fuésemos hambrientos caníbales.«

Me temo que en las discográficas sí que habrán cambiado los tiempos.