Tan pronto sonaba el primer retumbo del trueno, la tía Marcelina iniciaba el rezo del trisagio, pero antes encendía a Santa Bárbara la vela del monumento en cuyo extremo inferior constaba su nombre en rojo —Marcelina Yáñez— que ella grababa con un alfiler de cabeza negra pasando después cuidadosamente por las muescas un pellizco de pimentón. Y al comenzar el trisagio, la tía Marcelina, tal vez para acrecentar su recogimiento, ponía los ojos en blanco y decía: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal». Y nosotros repetíamos: «Líbranos Señor de todo mal». En los cristales repiqueteaba la piedra y por las juntas de las puertas penetraba el vaho de la greda húmeda. De vez en cuando sonaba algún trueno más potente y al Coqui, el perro, se le erizaban los pelos del espinazo y la tía Marcelina interrumpía el trisagio, se volvía a la estampa de Santa Bárbara e imploraba: «Santa Bárbara bendita, que en el cielo estás escrita, con jabón y agua bendita», y, acto seguido, reanudaba el trisagio: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal», y nosotros respondíamos al unísono: «Líbranos Señor de todo mal»
Miguel Delibes. Viejas historias de Castilla la Vieja.
Trisagio…santo Bruckner, santo Fauré, santo Verdi…
Trisagio…santo Abbado, santa, santísima Gheorghiu entre 4:44 y 7:50 del santísimo «Libera me» en el que además abundan santos y santas donostiarras…
…y líbranos, excelsa música, de todo mal.
¡Qué bien indicado el pasaje de Verdi, lo más «apropiado», Dies irae aparte! Es lo menos operistico y lo menos italiano, podría firmarlo Berlioz, o hasta el mismo Faure, que, por cierto, vaya interpretación más buena, verdad? Casi tanto como la tia Marcelina grabando su nombre con pimentón 😀