La música, sistema de adioses, evoca una física cuyo punto de partida no serían los átomos sino las lágrimas.
Cioran.
– Hay que reconocer una cosa: Estos alemanes limpian bien.
– Sí, sólo necesitan un poco de Mozart.
– Beethoven.
– ¿Señor?
– Eso no es Mozart. Es Beethoven.